Compasión, una pausa de rescate.
Por: Luisa Ojeda
Aliviar el sufrimiento del otro, hacer algo por una persona que lo está pasando mal, quizás sea lo primero que relacionemos con la palabra compasión. La definición exacta nos habla de un sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien, sentimiento que se asemeja a la piedad, caridad, clemencia, solidaridad y humanidad (1).
Cuando una persona se acerca a ti con una problemática, ¿cómo le escuchas?, ¿le ofreces calma?, ¿intentas ayudarle?, ¿le preguntas qué puedes hacer para mejorar su situación? Es probable que tu respuesta a éstas preguntas varíen según la persona en la que pienses al tratar de responderlas. Sin embargo, las respuestas seguramente son afirmativas si se trata de personas allegadas a ti.
Que señale, pues, la compasión como un elemento necesario para la construcción de paz -sobretodo si esa construcción la pensamos como un proceso en el que se escucha, reconoce, respeta y aprecia a la otra persona-, puede sonar como una obviedad. Pero, y si te pidiese que pienses en ti.
Imagina una situación en la que te sientes mal, sin importar el motivo. ¿Cómo te comportas contigo?, ¿qué respuestas tendrían las preguntas planteadas anteriormente si se tratara de ti? En ocasiones, la falta de amabilidad y consuelo es hacia nosotrxs mismxs.
Escuchar, reconocer, respetar y apreciar las propias emociones y situaciones de vida, son componentes esenciales para la construcción de paz personal y resiliencia emocional. Actualmente la autocompasión se relaciona de manera directa con la autonomía y niveles reducidos de ansiedad, depresión, estrés y vergüenza (2).
Kristin Neff (3), pionera en el estudio de la autocompasión, propone una serie de prácticas para ejercitarla. Desde la atención plena o mindfulness, que nos invita a prestar atención de forma intencionada al presente, sin generar juicios de valor; el reconocimiento de la propia humanidad que enfrenta, y se permite sentir, las sensaciones desagradables que sería preferible no sentir; hasta la compasión misma, que consiste en respondernos de forma amable y cálida, ante situaciones complicadas.
Sobre todo, propone la práctica de la pausa de autocompasión. Un ejercicio exprés que puede ser utilizado en todo momento, de manera informal, siempre que lo necesites.
PAUSA DE AUTOCOMPASIÓN (4)
Dite a ti mismx:
Este es un momento de sufrimiento.
Con esta frase se pone en práctica la atención plena. También puedes decirte: esto duele, ouch…, o esto es estrés.
El sufrimiento es parte de la vida.
Con esta frase reconocemos nuestra humanidad compartida. Otras opciones son: también otras personas se sienten así, no estoy solx, o todas las personas tenemos complicaciones en la vida.
Ahora, coloca las manos sobre el corazón, sintiendo su calidez y su amabilidad en el pecho. Alternativamente, usa un gesto que sepas que te tranquilice y te haga sentir bien y dite a ti mismx:
Que pueda ser amable conmigo mismx.
También puedes preguntarte “¿qué es lo que necesito escuchar en este momento para expresar amabilidad hacia mi mismx?” Intenta decirte cosas como: que yo pueda ofrecerme la compasión que necesito, que aprenda a aceptarme como soy, que pueda perdonarme, que sea paciente.
Si no te resulta sencillo encontrar frases para acompañarte, piensa en cómo reaccionarías si te estuvieras dirigiendo a alguna persona que valores. Y recuerda que la pausa de autocompasión no se trata de una plegaría o frases que buscan ser cumplidas por su repetición; es un tiempo fuera para consolarnos y reconocer nuestro valor.
Notas al pie:
1 Según la definición de la Real Academia de la Lengua Española.
2 Según los estudios de Kristin Neff, psicóloga estadounidense, con más de 40 artículos académicos sobre los efectos de la autocompasión y co-fundadora del Center for Mindful Self-Compassion.
3 Pueden consultarse sus textos Se amable contigo mismo (2011), Autocompasión fiera (2022).
4 0Neff, K. (2024). Excersice 2: Self-compassion break. Recuperado de https://self-compassion.org/exercises/exercise-2-self-compassion-break/
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